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Con frecuencia, se nos presenta por los distintos medios de comunicación, noticias que dependiendo del medio, más que informar, aparentemente se trata de crear un pensamiento único. Así, por citar un ejemplo clarificador, podemos recordar como se trató el tema del Juez Garzón. La noticia, básicamente, era que iba a ser procesado por presunta prevaricación. Desde el Gobiernos del Sr. Zapatero y sus amigos subvencionados, más los medios afines, se trataba de resaltar la labor de citado Magistrado contra el terrorismo. Nada que objetar si realizó su trabajo adecuadamente. Pero, acerquemos "La Lupa" a la noticia. La cuestión que nos debe preocupar es, ¿prevaricó sí o no? La Lupa nace con el próposito de tomar cada una de aquellas noticias, sobre temas o personas especialmente relevantes, examinándola desde diversos ángulos y tratando como objetivo principal ser veraces y objetivos. A todos, bienvenidos.



lunes, 8 de abril de 2013

HONOR Y LEALTAD





Aquel rey estaba próximo a disputar la que sería su última batalla. Se dirigiría con sus 300 Caballeros Iguales (guerreros de la nobleza) en los próximos días, al paso de las Termópilas. Acceso angosto y abrupto que con una escasa infantería, facilitaría el retener cuanto más tiempo mejor, al enorme ejercito persa, que se disponía a invadir los cuatro reinos de la Grecia antigua. La idea era ganar tiempo para poder formar un ejercito suficiente para intentar repeler a las huestes de Jerges I.
El monarca buscaba una frase no muy larga, para citar como arenga a sus hombres. Antes de partir al frente, pensaba hablarle a sus caballeros y les haría partícipes, de lo agradecido y honrado que se sentía por luchar hombro con hombro, con los que en aquella época eran considerados los guerreros más bravos y temidos de toda Grecia. Delegó en alguno de sus Consejeros para tal menester. Unos le redactaron un texto que si recogía los valores más resaltables de Esparta, pero tan extenso que sería difícil su memorización. Otros le escribieron frases cortas y fáciles de recordar, pero a criterio de Leónidas, carecían de “alma”.
Apesadumbrado por la ineficacia de sus Consejeros, la última noche antes de partir al frente, cuando ya estaba en su alcoba en compañía de su esposa y tras mantener relaciones con ella, le hizo partícipe de su inquietud. La Reina se acercó desnuda al balcón de su dormitorio, sabedora de que a su esposo, le gustaba sobre manera, verla desnuda y bañada por la luz de la Luna. Tras una breve reflexión, se giró y mostrando una sonrisa pícara, le dijo: Nuestra patria la llevamos en el corazón, y este lo tenemos en el pecho. La fuerza de nuestro ejercito está en sus espadas y lanzas, y estas las empuñamos con nuestra mano derecha. Cuando pretendemos golpear a nuestros enemigos con furia, cerramos la mano y formamos un puño. Así pues, con el puño derecho golpea tu pecho a la altura de tu corazón y grita: “Honor y Lealtad”; tus hombres te seguirán al mismísimo infierno.
Leónidas volvió a quedar sorprendido, con la facilidad que su esposa había resuelto otra de sus muchas dudas. Mientras la contemplaba sin ropa e iluminada por una Luna que se le antojaba lasciva, recordó la anécdota de su nacimiento. Su hermanastro Cleómenes I, anterior rey de Esparta, le había relatado que deseaba un hijo varón. Tras recibir la noticia de que su esposa había dado a luz, el rey preguntó: ¿ha sido un niño?, la respuesta de la comadrona fue: “no majestad, es una preciosa niña”. El rey se negó a ver a su esposa por hacerla responsable de no darle un varón, y no quería tampoco ver a su hija. Al tercer día y presionado por sus Consejeros, entró en la alcoba donde descansaba su esposa. Se le acercó sin ternura alguna y le espetó: Ya que me castigas con una hembra, al menos, ¿estará sana?. La reina descubrió al bebé que abrazaba con cariño y esta abrió sus ojos. El Rey quedó maravillado por la mirada tan limpia que lucía aquella niña. Unos inmensos ojos marrones adornaban a la Infanta. Cleómenes sintió la necesidad de sentarse junto a la cama y siguió observando a su primogénita. Tras horas de mirarla absorto, se acercó a su hija y apoyó su mano derecha en la frente de la criatura y dijo: Mi hija será una espartana para la historia. Por sus ojos tan vivos y que reflejan sabiduría, la llamaré Gorgo (traducido sería “ojos vivaces”)
Cuando el alba despuntaba en el horizonte, Leónidas volvió a preguntar a su reina, sobre la inminente contienda, ¿qué debo hacer? Y ella le contestó: Ve y muere. Se que no volveré a verte. Pero al menos morirás como un espartano libre.
Por la mañana, la guardia personal del Rey estaba formada en el patio de armas. Leónidas poniendo una voz grave, a la vez que utilizaba un tono que traspasaba los muros del lugar, les hizo sabedores que estaba dispuesto a morir por Esparta y que derramaría hasta la última gota de su sangre. Solo permitiría que le acompañaran los Caballeros que tuvieran al menos un hijo varón (para proteger el linaje). Les gritó que ellos representaban todos los valores de Esparta y que le llenaba de orgullo luchar junto a tan destacada tropa. Entonces separó el escudo de su cuerpo a la vez que golpeaba con su puño derecho sobre su pecho, mientras gritaba: “Caballeros Iguales, por Esparta, HONOR Y LEALTAD hasta la muerte. Los 300 guerreros gritaron al unísono aquella frase, que perduraría a través de los siglos. A continuación siguieron a su general hasta la muerte, pero no antes de causar más de 25.000 bajas al ejercito invasor. Cada espartano de promedio, mató a 83 persas.
Quinientos años más tarde, los ejércitos romanos utilizaban como acicate la misma frase. En la actualidad, comandos de élite de las Fuerzas Especiales de varios paises, como los Navy Seals de la Armada Norteamericana o la Legión española, en sus tatuajes, aún hacen referencia a vivir y morir con Honor y Lealtad a su patria.
Saludos