bienvenida

Con frecuencia, se nos presenta por los distintos medios de comunicación, noticias que dependiendo del medio, más que informar, aparentemente se trata de crear un pensamiento único. Así, por citar un ejemplo clarificador, podemos recordar como se trató el tema del Juez Garzón. La noticia, básicamente, era que iba a ser procesado por presunta prevaricación. Desde el Gobiernos del Sr. Zapatero y sus amigos subvencionados, más los medios afines, se trataba de resaltar la labor de citado Magistrado contra el terrorismo. Nada que objetar si realizó su trabajo adecuadamente. Pero, acerquemos "La Lupa" a la noticia. La cuestión que nos debe preocupar es, ¿prevaricó sí o no? La Lupa nace con el próposito de tomar cada una de aquellas noticias, sobre temas o personas especialmente relevantes, examinándola desde diversos ángulos y tratando como objetivo principal ser veraces y objetivos. A todos, bienvenidos.



martes, 15 de marzo de 2011

El ruiseñor

     Thaís era una bella joven que vivía en una suntuosa casa, construida sobre una colina, en una zona residencial de Atenas, capital de Grecia. Gran parte del día lo pasaba frente al espejo y el resto de la jornada, recibía la visita de distinguidos caballeros que la cortejaban. Acostumbrada a ser adulada desde niña, valoraba a sus conocidos en función de lo hermosa que aquellos la describieran en sus cartas de amor.
     Una soleada mañana de Abril, se despertó Thaís muy temprano. Desde la cama y mientras se desperezaba, oyó el canto de un pájaro. Aquellos trinos eran diferentes a los habituales. Ella lo percibía como música celestial. Se levantó rápidamente y acercándose a la puerta acristalada que daba acceso a la terraza, apartó suavemente un extremo del visillo, con cuidado de no asustar al ave cantora. Similar a un gorrión común, en tamaño y tonalidad, un ruiseñor se había posado en una de las ramitas de un árbol ornamental, de los varios que adornaban aquél floreado mirador.
     El pajarito parecía no necesitar descanso. Su canto era ininterrumpido y de una armonía y belleza inigualable. Tras un largo rato de sinfonía, el ave levantó su vuelo y se alejó.
     Thaís quedó maravillada y pensó: "Pondré agua fresca a diario y comida abundante, por si vuelve tan fabuloso visitante".
     Al día siguiente y en las jornadas posteriores, el ruiseñor entonaría para su nueva amiga, los trinos más hermosos y acordes que pudiera imaginarse. Al ser omnívoro (come de todo), le procuraba insectos y fruta variada. El pájaro parecía feliz y regresaba cada mañana. Transcurridas varias semanas, la bella joven comenzó a olvidar cambiar el agua y añadir comida nueva. Al principio los olvidos eran esporádicos, pero fueron en aumento hasta encadenar varias jornadas, sin prestar atención al visitante cantor. Por las noches Thaís reparaba en su olvido y se prometía a si misma, que al día siguiente estaría más atenta, pero lejos de rectificar sus olvidos, estos fueron empeorando.
     Un día en que la joven ya no recordaba la última vez que atendió las necesidades de su visitante, reparó en que no oía el canto majestuoso del ruiseñor. Preocupada porque el avecilla se enojara, se apresuró a acondicionar una preciosa fuente, que retuviera agua fresca en abundancia. Unos adornados comederos, que rebosaban de comida selecta y variada. Ordenó plantar vistosas plantas que creaban  un colorido escenario. Pero las jornadas se sucedían y el pájaro cantor no regresaba.
     Pasado algún tiempo, Thaís tuvo conocimiento que otra joven que vivía cerca de ella, era visitada asíduamente por el ruiseñor. Confundida porque el avecilla eligiera una humilde morada, después de conocer su impresionante casa, decidió visitar a la afortunada vecina. Se encontró con un diminuto balcón en el que apenas había alguna planta. Un pequeño y abollado platillo servía de comedero y un diminuto vasito de cristal hacía las veces de bebedero. Pero el ave parecía feliz y no cesaba de cantar. Thaís no podía entender como el pájaro no volvía a su casa, donde el lujo se percibía en cada rincón. Su mirador era más grande que toda la casita de su vecina. Incrédula, le preguntó a la otra joven, cual creía ella que sería la razón de la actitud del pajarillo. Esta, segura de su opinión, le respondió: "Nunca me preocupé de ofrecerle un vaso o plato lujoso. Pero cada noche sin excepción, coloco agua fresca y comida nueva para mi amigo y cuando llega cada mañana, abro mi ventana y me siento a oírle cantar, hasta su marcha". Entre enojada e incrédula, Thaís volvió a su casa sin aceptar aquella "estúpida" explicación.
     Dedicó tiempo y mucho dinero a embellecer su ya de por sí fastuosa terraza, pero el ruiseñor nunca volvió.
     A veces nos afanamos en reunir fortuna para poder hacer suntuosos regalos a nuestro ser más querido. Trabajamos jornadas interminables con tal objetivo. Pero como la bella Thaís, lo que verdaderamente conseguimos, es aburrir a nuestro ruiseñor y que termine prestando atención a otra persona.
     El verdadero amor nunca precisó riquezas, y suele sustentarse mejor si con frecuencia le hacemos sabedora de cuan felices somos a su lado. Sentirnos cerca y prestos a una oportuna caricia.
     Saludos

                                   En homenaje a Karmen Ponce. Mi ruiseñor