bienvenida

Con frecuencia, se nos presenta por los distintos medios de comunicación, noticias que dependiendo del medio, más que informar, aparentemente se trata de crear un pensamiento único. Así, por citar un ejemplo clarificador, podemos recordar como se trató el tema del Juez Garzón. La noticia, básicamente, era que iba a ser procesado por presunta prevaricación. Desde el Gobiernos del Sr. Zapatero y sus amigos subvencionados, más los medios afines, se trataba de resaltar la labor de citado Magistrado contra el terrorismo. Nada que objetar si realizó su trabajo adecuadamente. Pero, acerquemos "La Lupa" a la noticia. La cuestión que nos debe preocupar es, ¿prevaricó sí o no? La Lupa nace con el próposito de tomar cada una de aquellas noticias, sobre temas o personas especialmente relevantes, examinándola desde diversos ángulos y tratando como objetivo principal ser veraces y objetivos. A todos, bienvenidos.



miércoles, 22 de diciembre de 2010

Relevo generacional

     Cuando en unas Olimpiadas presenciamos una carrera de relevos, tenemos la impresión que cada atleta, llega al instante de pasar el “testigo” a su compañero de equipo, totalmente extenuado. Se diría que si hubiera tenido que recorrer diez metros más, no hubiera podido hacerlo. Tan ajustado físicamente llegan a ese instante. El corredor entrega y/o recibe el tubo rígido que es la señal del relevo y nada más. Cada sujeto tras serle pasado el testigo, solo depende de si mismo, de la preparación física y mental que haya sido capaz de adquirir, durante el largo y duro entrenamiento previo a aquel evento deportivo. El relevo se puede realizar en una distancia prefijada de 18 metros.
     En la vida cotidiana, la entrega del testigo es afortunadamente, mucho mas tranquila. Nacemos, crecemos, maduramos, envejecemos y un buen día, nos damos cuenta que ya hemos entregado el “testigo” o señal y que nuestra carrera ha terminado. Estaremos verdaderamente exhaustos. Incluso a veces, diríase que no hubiéramos soportado diez días más de “competir”. En todo caso, si hemos sabido aprovechar esos 18 metros (los años que nuestros hijos tardan en crecer), habremos dotado a nuestros descendientes de una suficiente educación y les habremos preparado, para afrontar con optimismo razonable, el futuro que les aguarda a la vuelta de la esquina.
     Pero si la vida mantiene su orden lógico, tras entregar el primer testigo a nuestros hijos, también tendremos oportunidad de seguir “compitiendo”. Ahora con menos fuerza, con más limitaciones físicas, pero con más veterania. En nuestra imaginaria mochila, portaremos algo valiosísimo, la experiencia que destilan decenas de años de una vida de lucha y entrega, en pro de conseguir lo máximo para nuestros vástagos, salud, comodidades básicas, educación y sobre todo algo esencial, que hayan aprendido a respetarse a si mismos y a respetar a las personas que les rodean.
     Hace años tuvimos ocasión de saludar a un profesor jubilado. Aquel día nos manifestó que acababa de cumplir 89 años. A pesar de haber estado casado, no tuvo hijos. En clase, en el recreo, al salir del colegio, siempre portaba una especie de grueso libro. Cuando algún alumno curioso le preguntaba: “Don Antonio ¿y ese libro cual es?”, el solía contestar: “es mi Biblia”.
     Tomábamos un café en aquella soleada terraza, una mañana de Marzo, cuando entre sorbo y sorbo, Don Antonio nos hizo por primera vez participes, del verdadero contenido de su supuesta Biblia. En origen, la totalidad de sus paginas estuvieron en blanco. En realidad era como un cuaderno exageradamente grueso. Nada mas iniciar su andadura como Maestro, decidió ir anotando en su libro, el nombre de cada alumno que en cada curso, había significado algo especial para el. Realizaba anotaciones del que fuera su discípulo, aun cuando ya no estaban bajo su tutela.
     En la pagina 76 se iniciaba el texto así: “Curso 1.962-63”. Allí estaba nuestro nombre. Había anotaciones de todo tipo, para dos hojas mas adelante concluir: -sera una buena persona-. No recordamos si llego a preguntar por el oficio al que nos dedicábamos, pero averiguó que estábamos casado, con dos hijos y que gozábamos de suficiente salud. Posiblemente, aquello era lo importante para el. Al despedirse con mano lenta pero firme y voz cálida, dijo: “Por como me has hablado de tus hijos, se que tu vida ha tenido sentido. Procura hacer un digno relevo generacional”. Estamos en ello, mi muy querido profesor.
     Don Antonio falleció pocos meses después. En la iglesia donde se celebró el funeral, solo había algunas personas. Es triste saber que acaba de fallecer alguien, que habiendo ayudado a formarse a tantísimos jóvenes, fueran tan pocos semejantes a despedirlo. Pero tenemos la certeza, que nuestro querido y entrañable profesor, pasó el testigo con la pulcritud de los mejores atletas.
     Si ver crecer a tus hijos es gratificante, ver crecer a tus nietos resulta especialmente entrañable. La imagen de un abuelo pendiente de su nieto, es habitual en nuestras calles y jardines, pero solo entenderemos la felicidad que los embarga, cuando tenemos la enorme fortuna de cuidar de los hijos de nuestros hijos.
     Saludos

                                               Marta Perez Rojas
                                        Feliz cumpleaños, preciosa.