Lizzie
Velasquez nació hace 23 años en Austin,
Texas. Pronto se le diagnosticó una
rarísima enfermedad, que solo padecen en la
actualidad tres personas en el mundo, “trastorno neonatal
progeroide”. Su organismo
“quema” cuanto come a una velocidad endiablada. Necesita ingerir
alimentos cada 15 minutos para poder sobrevivir. Cada día realiza 60
pequeñas comidas, que aglutinan de 5.000 a 8.000 calorías. En la
actualidad pesa veinticinco kilos. Su cuerpo no puede almacenar grasa
y la musculatura es de mínimos.
Rita, su
madre, la alumbró cuatro semanas antes de tiempo. Era tan pequeña
que para vestirle utilizaban ropa de muñecas. Los médicos no
encontraron líquido amniótico para la protección del vientre.
Estos explicaron a la madre que lo más probable era que su hija no
llegara a mayor, sería ciega, muda y nunca andaría.
La madre
luchó de forma infatigable y ayudada por la fe, además del inmenso
amor que profesaba por su hija, esta finalmente vivió.
Cuando era
adolescente y estaba en el instituto, algunos de sus compañeros la
fotografiaron sin que ella se diera cuenta y colgaron en
YouTube un vídeo que titularon “La
mujer más fea del mundo”. Aunque solo duraba 8
segundos, sirvió para mortificarla durante años. A los pocos días
el ya famoso reportaje contaba con más de cuatro millones de
visitas.
Lizzie
decidió luchar. Su fe en Dios y el apoyo incondicional de sus padres
y amigos, la ha convertido en una conferenciante que aboga por buscar
dentro de cada persona la verdadera belleza, porque según ella, la
belleza física, cuando existe es efímera.
Ha colgado en
Internet un vídeo, en el que usando las mismas armas de sus ex
compañeros, descalifica casi con ternura a los que la atacaron,
explica su enfermedad, como ha condicionado de forma brutal su vida y
la de su familia, y aún así, se considera feliz. Termina
denominando un “don” de Dios, la rara enfermedad que padece.
La mayoría
de personas se siente insatisfecha con su cara, con su cuerpo o con
alguna parte del mismo. Muchas de esas quejas no tienen el menor
sentido, pero atormenta la existencia de un sin número de mortales.
Cuando conocemos un caso como el de Lizzie,
descubrimos el verdadero sufrimiento. La mala suerte sin paliativos,
y sin embargo, ella nos habla de verdadera belleza, de felicidad.
Todo un ejemplo, pero muy difícil de seguir.
Hacemos
acopio de titulares escalofriantes de nuestra prensa diaria y así
nos encontramos con que solo en Europa, cada año mueren un millón y
medio de personas de cáncer.
Cada día
mueren de hambre más de veinticinco mil niños en el mundo.
A nivel
mundial, cada dieciocho segundos, una mujer es maltratada o
asesinada.
Cada hora y
solo en la República Democrática del Congo, una mujer o niña es
violada. Haced cuentas a nivel mundial. Etc,
etc, etc
Definitivamente, Dios aún no ha regresado de sus largas vacaciones.
Saludos
Lizzie Velasquez