3.096 Tage

Hoy sale a la venta, el libro autobiográfico de Natascha Kampusch (Viena, 17 de Febrero de 1.988), titulado "3.096 Tage" (3.096 días) en alusión al tiempo que permaneció secuestrada. La mañana del 2 de Marzo de 1.998, cuando solo tenía diez años, recorría sin ser acompañada por ningún adulto, el trayecto desde su casa al colegio. Según algunos testigos un hombre la abordó y la introdujo en una camioneta blanca, alejándose rápidamente de la zona. Se montó por la policía un operativo de búsqueda, como no se recordaba desde hacía muchos años en Austria. Se identificaron e interrogaron más de setecientos sujetos, que eran dueños de una camioneta blanca. Uno de ellos fue Wolfgang Priklopil, que finalmente resultó ser el secuestrador. Este tras declarar que aquella mañana estuvo solo en su casa y al no tener antecedentes penales, fue descartado.
     Natascha durante su cautiverio, solía pensar "yo no he podido nacer para vivir así". Algunos de los recuerdos que anotaba en su diario y que menciona  en su libro son desgarradores: "Me pegaba unas doscientas veces a la semana. Con el puño cerrado en la cabeza. Me dolía mucho. Tenía que llamarle -mi amo o señor-, el me llamaba a mi      -esclava-. Me ataba frecuentemente y si no hacía las cosas como el me demandaba, me dejaba sin comer y apagaba la luz. Por las noches, le pedía que me leyera algún cuento, supongo que tratando de crear una ilusión de normalidad. En una ocasión me rapó la cabeza y me obligaba frecuentemente, a limpiar su casa semidesnuda, creo que para quebrar mi voluntad. Eran frecuentes los rodillazos en el estómago y en la zona genital. También me golpeaba en la espalda. Con el tiempo, por las noches me llevaba a su cama, dormía con el y me ataba para evitar que me fugara. Más que los abusos sexuales, me parece que necesitaba sentirse abrazado por alguien. Traté de suicidarme varias veces".
     El día 23 de Agosto de 2.006 hacía el mediodía, Natascha tras más de ocho años de cautiverio, consigue escaparse de su "cárcel" en la localidad de Strasshof, aprovechando un descuido de su captor, mientras este hablaba por teléfono. A las 21,00 horas de ese mismo día, Wolfgang Priklopil el secuestrador, un electricista de 44 años, se suicidaba arrojándose a las vías de un tren de cercanías, a las afueras de la capital austriaca.
     Terminaba así una macabra historia, que nunca debió ocurrir y que sin duda, nos hace aflorar un sentimiento de empatía hacía esta chica, por cuanto somos conscientes que nadie merece tal sufrimiento, y menos aún un niño.
     Recomendamos adquirir el libro. Y al leerlo, detenernos un instante en cada párrafo que nos pueda producir náuseas, para que por un momento  imaginemos que Natascha, bien pudo ser nuestra propia hija. Cada vez que un suceso similar se descubre, somos muchos los que pensamos que algo de responsabilidad tuvimos, para que aquello pudiera haber ocurrido.
     Saludos.

             ¿Dónde quedó el brillo en tu mirada, que nadie debió arrebatarte?. ¿Dónde fue la sonrisa que nunca debistes perder?. ¿Dónde quedan los bellos recuerdos,  de una infancia que no tuvistes?. ¿Dónde?

                                             NATASCHA KAMPUSCH

Pena de muerte

La ejecución de una persona, como castigo a la comisión de un delito, se remonta posiblemente, a la más antigua de las civilizaciones. Pero que tengamos constancia de un origen cierto, sin lugar a ludas hemos de remontarnos a la Ley del Talión, (ojo por ojo y diente por diente) que es recogida en el Código de Hammurabi, creado en el año 1.760 a.C.
     Los métodos empleados para su aplicación, han sido el fusilamiento, la horca, la decapitación, la cámara de gas, la inyección letal, la silla eléctrica, la lapidación, etc.
     Hoy día está prácticamente abolida en Europa, sólo Bielorrusia la contempla como medida disuasoria. En el mundo hay actualmente noventa países que la mantienen vigente. Entre ellos Japón, que recientemente su Ministra de Justicia "Keiko Chiba" autorizó a la prensa, para fotografiar los patíbulos donde ejecutan a los reos. Los japoneses apoyan mayoritariamente la pena capital, para los delitos más graves.
     Actualmente, la idea generalizada es que la pena capital es inhumana y que ante un error del sistema judicial, sería imposible reparar el daño causado.
     Los que defienden la pena de muerte, argumentan que con cierta frecuencia, aparecen casos tan escandalosos como inaceptables. Por citar un ejemplo bastante recurrente, mencionaremos a José-Ignacio de Juana Chaos. Este individuo fue condenado a 3.000 años de prisión, por la comisión de 25 asesinatos. El terrorista redimió cada trimestre 20 días, sólo por estar matriculado en un curso de formación, que ni siquiera realizó (elmundo.es jueves 06 de Enero 2.005).
     Terminó cumpliendo 21 años de cárcel. Menos de 1 año de prisión por cada asesinato. Como decía aquél letrado en tertulias afines, "en España sale barato delinquir".
     Parafraseando a D. Felipe González Márquez, éste cada vez que su gabinete daba luz verde a una Ley, que podría no ser bien entendida por los españoles, utilizaba la frase de ..."esta es una Ley similar a los países de nuestro entorno". Pues bien, ¡Sr. Zapatero!, los países de nuestro entorno sin duda alguna son Francia, Portugal, Italia, Reino Unido, Alemania, Bélgica, Suecia, Austria, Holanda, entre otros, y en todos ellos está vigente la cadena perpetua. Con matices, con especificaciones, si, pero cadena perpetua a fin de cuentas. Sin olvidar que Marruecos y Cuba, destino preferente de tantos "progresistas" españoles, aún tiene vigente la pena de muerte.
     Sin necesidad de recurrir a debates sobre pena capital o cadena perpetua, de momento haríamos bien en cambiar nuestro ordenamiento jurídico y sería suficiente endurecer algo las penas y un cumplimiento completo de las mismas, al menos en los delitos más graves así como ante los delincuentes reincidentes. Pero nos tememos que habrá que esperar a un Gobierno, más en sintonía con la sociedad española que el actual.
     Saludos